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"Nuestra filosofía se basa en estar cerca de la producción"

Manel González y Andrea Villarino. Periodistas

El IRTA es uno de los principales institutos de investigación agroalimentaria en España y cuenta con 300 investigadores que desarrollan todo tipo de proyectos encaminados a mejorar la competitividad de la producción agraria y ganadera. Su director general, Josep María Monfort, nos explica en qué consiste su trabajo y cómo se enfoca la innovación desde este centro dependiente de la Generalitat de Catalunya.

Manel González/Andrea Villarino.- ¿Cuáles son las principales líneas de trabajo del IRTA en la actualidad?

Josep María Monfort.- La actividad del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) se estructura alrededor de 5 grandes ámbitos: Producción Animal, Producción Vegetal, Industrias Alimentarias, Medio Ambiente y Cambio Climático y Economía Agroalimentaria.

Las más de 1.000 personas que trabajan en nuestros centros del IRTA, de los que unos 300 son investigadores realizaron, en el año 2015, 180 proyectos de investigación, de los que 66 fueron de carácter internacional estando activos en 29 países de los cinco continentes.

En estos proyectos, las líneas de investigación abarcan casi todos los aspectos agronómicos y ganaderos necesarios para el mantenimiento competitivo de las producciones, proponiendo desarrollos o soluciones a los nuevos retos con los que deben enfrentarse las industrias alimentarias y contemplando la producción medioambientalmente sostenible y a la vez avanzándonos a los nuevos retos con los que la agricultura del futuro deberá enfrentarse debido al cambio climático.

MG/AV.- ¿En qué mejoran estas líneas de trabajo la competitividad de las empresas?

JMM.- Las empresas agrarias y agroalimentarias con las que colaboramos son muy diversas, fiel reflejo del sector,  pues abarcan desde la explotación agrícola familiar hasta empresas con miles de trabajadores. Y ello representa enfrentarse a necesidades muy distintas aunque todas ellas con un mismo objetivo, el incremento de la seguridad y la competitividad.

Pues bien, a grandes rasgos, desde el IRTA trabajamos para ofrecer soluciones adaptables a todos, desde nuevas variedades vegetales mejoradas o avances en nutrición animal, hasta nuevos desarrollos industriales o metodologías de procesado para las pequeñas o grandes industrias transformadoras.

Nuestra filosofía se basa en estar cerca de la producción, interrelacionarnos con los diversos sectores agroalimentarios y, en definitiva, poder hacer una investigación de proximidad que pueda aplicarse a la realidad diaria de estos sectores. En el irta consideramos que las empresas no son nuestros clientes, son nuestros socios.

MG/AV.- ¿Cuáles son los principales objetivos que se plantea el IRTA a medio plazo?

JMM.- Cada cuatro años en el IRTA se confecciona un plan estratégico fruto de una profunda reflexión en la que participan en su inicio el Comité Asesor externo, el Comité Científico Internacional, el Grupo CERES o think thank del IRTA y todos los investigadores del Instituto. El resultado es finalmente debatido en nuestro máximo órgano de dirección, el Consejo de Administración. Pero a grandes rasgos los objetivos del IRTA son el seguir escalando puestos en los rankings internacionales de calidad científica que ya nos sitúan en una posición muy privilegiada, orientando nuestra actividad científica a los grandes retos que tienen planteados los sectores agroindustriales, seguir atrayendo talento y saber mantenerlo, continuar nuestro decidido impulso a la innovación, fidelizar a las empresas que confían en nosotros como su partner tecnológico, y en definitiva consolidar al IRTA como referente de institución que aporta soluciones a los problemas de la sociedad.

MG/AV.- ¿Cómo considera usted que se puede trasladar la innovación y el conocimiento existente a la práctica? ¿Es más difícil hacerlo si el destinatario es el sector ganadero?

JMM.- La transferencia del conocimiento generado puede vehicularse hacia el sector de diversas formas que abarcan desde el registro o la patente como fórmula de transmisión y de protección de la propiedad intelectual, hasta la difusión de éste mediante jornadas, cursos, etc. Por ejemplo, el IRTA en 2015 realizó 800 actividades de transferencia, de las que 296 fueron jornadas y 90 cursos técnicos con más de 38.000 asistentes a ellas. Pero hay otros muchos mecanismos eficaces de transferencia e innovación, como son aquellos que se basan en el riesgo compartido con las empresas.

En cuanto si al sector ganadero es más o menos difícil hacérselo llegar, pienso que no se trata de una cuestión de sector, si no de mentalidad individual del gerente, o incluso de filosofía de empresa frente al papel de la innovación en la competitividad. Si aceptamos que una forma de medir la intensidad de la innovación de los sectores es la cuantía de los proyectos y contratos que nos encargan, puedo asegurarle que el sector ganadero es una de las mayores fuentes de financiación de nuestra actividad

MG/AV.- ¿Cuáles considera usted que han sido los principales avances en innovación que ha experimentado la industria de la alimentación?

JMM.- Creo que uno de los principales avances que ha permitido progresar a la industria alimentaria ha sido todo lo relacionado con la agricultura inteligente y de precisión, la mayor eficiencia en las producciones primarias, la ingeniería de proceso de fabricación incluyendo en ello los materiales de envase y la conservación de los alimentos, pues ello ha permitido establecer nuevos sistemas de procesado, nuevos productos y nuevas presentaciones, mas acordes con la evolución de los hábitos de compra y consumo, logísticas mucho mayores gracias al gran incremento de la vida útil y la seguridad de los alimentos frescos y transformados y con ello la abertura de mercados impensables hace pocos años.

Pero todavía no lo hemos visto todo ya que, por ejemplo en el IRTA, hemos trabajado intensamente en las nuevas metodologías de conservación “en frío” como las altas presiones, los pulsos lumínicos o las radiofrecuencias, que conllevan poder realizar tratamientos más eficaces, obteniendo alimentos más seguros y sin perder propiedades nutritivas u organolépticas al contrario de lo que acontece con los procesos en los que se aplica calor.

MG/AV.- ¿Cree usted que las líneas de financiación existentes son suficientes y están bien enfocadas a las necesidades del sector?

JMM.- La respuesta es no. Si queremos que el sector agroalimentario sea, como es ahora, un sector puntal en la economía de nuestro país, hay que invertir más en I+D+i. De lo contrario estamos destinados a perder competitividad, mercados y empresas, porque en otros países competidores las empresas y los centros de I+D orientados si reciben grandes ayudas.

MG/AV.- Desde Bruselas hay muchos programas y muchos fondos comunitarios para proyectos de I+D+i en Europa. ¿Se están utilizando convenientemente?

JMM.- En nuestro caso creemos que sí y acudimos a Europa para la financiación de muchos de nuestros proyectos que, de no hacerlo, difícilmente podríamos llevar a cabo con los presupuestos nacionales de hoy en día en I+D+i agroalimentaria. Sin ir más lejos, ¡El Gobierno aún no ha resuelto la convocatoria de proyectos de investigación de Recursos y Tecnología Agroalimentarias del 2015! Y estamos a punto de iniciar el último trimestre del 2016. ¿Qué política seria de planificación de la investigación y sus recursos humanos puede llevarse a cabo ante semejante escenario de total incertidumbre?

Solo los centros i instituciones que hemos sabido jugar la carta, por cierto extremadamente exigente, de las convocatorias europeas hemos podido mantener si excesivas discontinuidades nuestros equipos científicos y nuestra actividad investigadora.

Como ya he dicho antes, en 2015, del total de 180 proyectos de investigación en marcha, 66 eran internacionales.

En cuanto a su uso conveniente, entiendo que sí. Y es más, por parte de las instituciones que como la nuestra participan de dichos fondos, a la finalización de cada proyecto europeo, la entidad financiadora, es decir la Comisión Europea, nos somete a diversos niveles de control para la justificación de los fondos obtenidos, de los resultados y de su aplicación social y económica.

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