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La factura de la crisis económica  a la inversión en I+D+i de la industria agroalimentaria

Ricardo Migueláñez. @rmiguelanez

La crisis económica está pasando una factura clara a uno de los procesos que más importancia estratégica tiene para la industria agroalimentaria española, como es el de la innovación, que permite mejorar la competitividad y los resultados de las empresas. En estas circunstancias se tiende a ver la innovación como un gasto menos urgente a corto plazo y en el que, si es necesario recortar, se recorta, frente a otros gastos más perentorios que no queda más remedio que atender (sueldos, insumos, materias primas…), y no como lo que debe ser, una inversión a medio y largo plazo.

Luego se pueden argumentar también otros aspectos, como el de la demasiada pequeña dimensión de nuestra industria, que hace más difícil que pueda destinar fondos adicionales para innovar, junto con otros aspectos sociales, culturales o de la idiosincrasia española, eso de que “inventen ellos”, pero la realidad es la que es. Tampoco desde las Administraciones públicas españolas, en general, se han realizado los esfuerzos suficientes y en tiempo, ni antes, ni ahora, para animar a las empresas a poner la innovación en el centro de sus decisiones estratégicas.

Un indicador para medir la intensidad de la innovación en productos y/o en procesos de la industria agroalimentaria, según un breve informe del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, es el número de empresas que han  introducido innovaciones durante un determinado periodo de tiempo. Entre 2008 y 2014, el periodo álgido de nuestra crisis económica, el porcentaje de empresas innovadoras se redujo considerablemente. El descenso total general fue del 7,55%: en 2008 un 20,81% de las mismas había introducido innovaciones en productos y procesos, frente a solo el 13,26% en 2014 (último dato anual disponible). En las industrias, ese porcentaje bajó un 7,82%, desde el 31,13% al 23,31% siete años después y, dentro de éstas, el porcentaje de las industrias innovadoras en alimentación, bebidas y tabaco descendió aún más, un 8,9%, desde el 31,05% en 2008 al 22,15% en 2014, centrando las caídas más  importantes en los años 2011 y 2012.

En valores netos, en 2014, el número de empresas agroalimentarias innovadoras de manera continua u ocasional fue de 1.273, muy alejado de las 2.100 del año 2008, con una evolución descendente a lo largo de todo este último septenio, salvo en 2009, y mucho más fuerte, entre los años 2011 y 2013.

La intensidad de la innovación, entendida como el ratio o relación entre el gasto empresarial de innovación y la cifra de negocio, mide cuántos euros se gastan en innovación por cada euro de cifra de negocio de la empresa. En la industria alimentaria la intensidad innovadora durante este periodo ha sido menor que en el total de la industria y también inferior al del resto de las empresas. Este descenso de la intensidad se produjo desde el inicio de la crisis económica hasta 2012, ejercicio en el que se alcanzó un mínimo de 0,58 euros invertidos en innovación por cada euro de cifra de negocio, para pasar a ser de 0,61 euros en 2013 y 2014. En el año 2008 fue de 0,91 euros por cada euro de cifra de negocio.

Otro indicador interesante para conocer la competitividad de las empresas es analizar qué porcentaje de la cifra de negocio se debe a la innovación, como productos nuevos o mejorados. Aquí se observa más estabilidad a lo largo del periodo 2008-2014 en la industria agroalimentaria. En 2014, por cada 100 euros que se generaron de cifra de negocio en las empresas innovadoras, unos 13,75€ procedían de esos productos nuevos y mejorados. El máximo se alcanzó en 2008, con 14,22€, bajando a 13,55 € un año después, volviendo a subir a 13,92€, descendiendo a un mínimo de 12,41€ en 2011, aumentado ligeramente a 12,57€ un año después, y llegando a 13,98€ en 2013.

Innovación puede ser tecnológica y no tecnológica

La innovación tecnológica comprende los productos y procesos tecnológicamente nuevos, así como las mejoras tecnológicas importantes de los mismos. La no tecnológica es una ampliación de la anterior y hace referencia a la innovación en procesos, marketing u organización.  En 2013, el 19,5% de las industrias agroalimentarias contaban con innovaciones tecnológicas, mientras que el 28,5% había incorporado a sus procesos innovaciones no tecnológicas.

Uno de los factores que inciden más en el grado de innovación empresarial es la dimensión de las empresas. Por lo general, aunque no es algo que siempre suceda, las empresas más grandes son las que dedican más esfuerzos o recursos económicos a innovar, porque además deben hacer frente a una mayor competencia interior y exterior en su negocio comercial. En nuestro país, en conjunto, las pequeñas y medianas empresas (pymes) de menos de 250 empleados, gastaron unos 293 millones de euros en innovaciones tecnológicas, mientras que el gasto de las grandes empresas de más de 250 empleados fue de 285 millones. Hay que tener en cuenta, que las pymes agroalimentarias suponen en número el 99,88% del total, por lo que el gasto individual en innovación tecnológica de las grandes empresas de la industria agroalimentaria es mucho mayor.

La mitad del gasto de innovación tecnológica (50,54%) de las pymes agroalimentarias se va a la adquisición de maquinaria, equipos y “hardware” y “software”, frente al 23,51% que supone ese gasto entre las grandes.  Este capítulo de gasto en innovación tecnológica se elevó en conjunto a 37,2 millones de euros en 2014, un 24,8% más que en 2013, aunque lejos del máximo de 43,2 millones de 2011.

Otro 32,86% del gasto innovador de las pymes se dirigió hacia la I+D interna, es decir, a la creación de conocimiento dentro de la empresa, frente al 28% en las grandes empresas. En este capítulo de gasto absorbió en su conjunto 30,5 millones de euros, un 6,4% menos que en el año anterior (32,6 millones).

En las empresas de mayor dimensión primó mucho más la adquisición de conocimientos externos para la innovación, con un 27,58% del gasto tecnológico, frente a solo el 0,02% que invierten en este aspecto las pymes agroalimentarias. En este capítulo, la inversión tecnológica total fue de 13,6 millones de euros, un 20,5% menos que en 2013 (17,1 millones).

Otros gastos en innovación tecnológica de la industria agroalimentaria hacen referencia a la adquisición de I+D externa (6,38% en las pymes, 5,94% en las grandes empresas), con una inversión conjunta de 6,2 millones de euros (- 23,5%); en el diseño otros preparativos para producción y/o distribución (2,06% en pymes y 4,18% en las grandes), con 3,1 millones de euros (+10,7%); en la formación para actividades de innovación (0,61% y 0,19%, respectivamente), con 0,4 millones (-20%), así como en la introducción de innovaciones en el mercado (7,52% en las pymes y 10,61% en las grandes empresas), con un gasto inversor de 9,1 millones de euros, una cifra similar al del ejercicio precedente.

Impacto de la innovación

La importancia del gasto en actividades innovadoras no solo radica en el porcentaje del mismo, sino en el impacto de las innovaciones sobre la cifra de negocio de las empresas. La mayor parte (64,6%) del impacto económico de la actividad innovadora en las empresas agroalimentarias recae en la innovación de producto debido a bienes y/o servicios que se mantuvieron sin cambios. Es decir, en aquellos bienes que contribuyen a la cifra de negocio de las empresas agroalimentarias innovadoras, con innovación en producto que no ha implicado innovación tecnológica o han experimentado pequeños cambios.

Casi un 65% de las grandes empresas de la industria agroalimentaria realizan innovaciones no tecnológicas (organizativas, de comercialización…etc.), una cifra muy superior a la inversión que destina a este capítulo las pymes, con un 27,27% del total.

El impacto económico de los bienes y/o servicios que fueron novedad únicamente para la empresa, baja del 20,2% al 20,1% y de los que fueron novedad en el mercado disminuyen también ligeramente entre las empresas del sector, desde el 15,5% al 15,4% del total.

En el somero informe del Ministerio de Agricultura se señala también que la innovación ha permitido una mayor penetración en los mercados internacionales, un aumento de la eficiencia en los procesos de producción y comercialización e incluso la aparición de innovaciones radicales, por lo que se presenta como un instrumento estratégico para el crecimiento y la competitividad de nuestra industria agroalimentaria.

Escaso peso

Por otro lado, el Informe Económico 2015 de la Federación de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB) recoge que del total de las 2.500 principales compañías del mundo con inversión en I+D, apenas un 1,4% fue llevada a cabo por empresas alimentarias, alcanzando 8.223 millones de euros sobre el global de 607.385 millones invertidos.

Estos datos están incluidos en la “EU Industrial R&D Investment Scoreboard”, una publicación de la Comisión Europea en el marco del Industrial Research Monitoring and Analysis (IRMA), en la que se observa con datos de 2014 (los últimos disponibles) que cuatro países lideran con diferencia la inversión en I+D del sector de alimentación y bebidas, concentrando el 77,3% del total invertido. Estos son Estados Unidos, con una cuarta parte del total (25,2%), Suiza (19,6%), Japón (19%) y Países Bajos (13,5%).

Este último país es el que lidera la inversión en la I+D agroalimentaria en la UE. Las 18 empresas dedicadas a este sector invirtieron por sí solas 2.585 millones de euros, lo que supone un 31,4% de la inversión total de esta industria (compuesta por 68 empresas) y el 0,43% del total invertido en I+D por las 2.500 empresas con más inversión en este ámbito a nivel mundial.

En la Unión Europea, tras los Países Bajos, que invirtió en I+D unos 1.106,1 millones de euros en 2014, se situó Francia, con 574,3 millones de euros (7% del total de las 68 compañías de alimentos y bebidas que aparecen en el ranking mundial de las 2.500 principales empresas con más inversión en I+D); Reino Unido, con 218,1 millones (2,7%); Irlanda, con 215 millones (2,6%); Alemania, con 189,2 millones (2,3%); Bélgica, con 178,7 millones (2,2%); Dinamarca, con 84 millones (1%), y Finlandia, con 20 millones (0,2%). Países con gran tradición de producción y exportación de alimentos y bebidas, como España o Italia, no aparecen en este peculiar ranking de las primeras 2.500 compañías con más inversión en I+D en todos los sectores.

Programa Horizonte 2020

Esta situación contrasta con los excelentes resultados que España ha obtenido en los dos primeros años (2014-2015) de participación en el Programa Marco de Investigación e Innovación de la Unión Europea, denominado Horizonte 2020 (H2020), indicativo de que algo está cambiando, aunque sea con mucho esfuerzo, ya que se sitúa en cuarto lugar por retorno de la inversión y el segundo en número de coordinadores (liderazgo en proyectos multipaís).

Este programa es el principal instrumento de financiación de actividades de investigación, desarrollo tecnológico, demostración e innovación en Europea, con un presupuesto de 74.828 millones de euros para el periodo 2014-2020, parte del cual se orienta a la I+D+i aplicada en el sector agroalimentario.

Las entidades españolas han captado subvenciones por importe de 1.100,8 millones de euros en los dos primeros años de H2020, que redundarán en unas inversiones de aproximadamente 1.300 millones para desarrollar 1.657 actividades de I+D+i en nuestro país y conjuntamente con socios de otros países, y de más de 15.200 millones de euros en su conjunto.

Con el 9,7% del total de la UE-28, España es el cuarto país con mayor retorno de H2020, solo por detrás de Alemania, Reino Unido y Francia. Estos resultados, además, superan ampliamente los conseguidos en el conjunto del VII Programa Marco (8,3% de la UE-28) e incluso superan el objetivo del 9,5% que nuestro país se había marcado.

España avanza dos puestos en liderazgo, siendo actualmente, con el 14,2% del total, el segundo país que más proyectos lidera, frente al 10,7% del anterior Programa Marco, lo que implica un mayor posicionamiento internacional de las entidades de investigación de nuestro país.

Dentro de los agentes de nuestro sistema de I+D+i, las empresas son las que más contribuyen al retorno español, concentrado entre 843 de ellas el 38,6% de la subvención obtenida en nuestro país, seguido por las Universidades (19,7%), centros públicos de investigación (12,7%), asociaciones de investigación (10,6%), centros tecnológicos, anteriormente centros de innovación y tecnología (9,8%); administraciones públicas (5,6%) y asociaciones (3%).

Nuestro país sube a lo más alto del podio europeo del retorno financiero en “Innovación en las PYME”, con el 15,4% de la UE-28 y 75,2 millones de euros, gracias al éxito del “Instrumento Pyme”, habiendo logrado puestos de privilegio en relación a los retornos en determinadas áreas de investigación (del 14,4% en “Nanotecnologia, materiales avanzados, biotecnología y transformadas avanzadas”, con un retorno de 145,7 millones de euros, y del 13,9% en “Energía segura, limpia y eficiente”, con un retorno de 141,1 millones) y por volumen de subvención captada.

En el área temática de “Seguridad Alimentaria, agricultura y silvicultura sostenible, investigación marina y marítima y de aguas interiores, y bioeconomía” los retornos en 2014-2015, según los resultados aún provisionales, han sido de 46,1 millones de euros, un 10,1% del total de la UE-28.

En el área temática de “Acción por el clima, medio ambiente, eficiencia de recursos y materias primas”, el retorno financiero ha sido en este periodo de 47 millones de euros, un 11,8% de la UE-28.

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