Ricardo Migueláñez. @rmiguelanez
A lo largo de la historia las transiciones que se han producido en la agricultura o la alimentación han sido procesos de cambio, más rápidos o más lentos, que se han impuesto a la cultura alimentaria y/o productiva que existía en ese momento. Esto no ocurre al azar, sino que se produce por cambios en el estilo de vida de la sociedad o, como yo creo que ocurre en la actualidad, de todos al mismo tiempo.
Con la modificación de la conducta de los consumidores y su exigencia por productos más sanos y sostenibles, los productores y los comercializadores son el primer motor de una posible transición, o al menos deberían tener la iniciativa para adaptarse a lo que sus clientes piden ahora. Y la mayoría de las cadenas de distribución, que son las que más en contacto están con la sociedad, ya lo están haciendo, pero parece ser que en España el que se lleva el gato al agua es Carrefour.
Esta empresa lanzó hace ya unos años su “Transición alimentaria” y viene apostando fuerte por ella desde entonces, luchando por democratizar los productos ecológicos, pero no solo trabaja en este segmento, ya que fomenta la sostenibilidad en su marca propia, y ahora también quiere incentivar a sus clientes para que lo hagan cada vez más. Porque hay que decir, que los productores no están parados en este tema.
Carrefour acaba de firmar un pacto con los 50 fabricantes de alimentos y bebidas de referencia, pero no se va a quedar ahí, ha comunicado que va a seguir haciéndolo con otros proveedores de diferentes tamaños para que clientes, proveedores y consumidores estén alineados en lo que se produce y en lo que se consume. Una buena iniciativa, difícil de llevar a cabo, arriesgada, pero que puede resultar muy buena para los operadores, si cada eslabón es retribuido suficientemente, solo si esto ocurre, recordemos.
Desde Agrifood Comunicación apostamos por este tipo e iniciativas que colocan al sector agroalimentario a la cabeza de la sostenibilidad de todos los bienes de consumo, pero que también conlleva un compromiso muy importante para todos, porque no todos los consumidores pueden acceder al mismo tipo de alimentos, ya que la renta disponible varía en función de muchas cosas.
Por eso digo, que esto no tiene que servir para que algunos compren producto barato que se produzca donde se produzca. Siempre que se pueda yo apuesto por la producción europea. El principio de reciprocidad ha de cumplirse y los alimentos que se importen, cuando no haya más remedio, que se elaboren en condiciones que como las obligatorias para los productores europeos. Trabajemos todos en la misma dirección y seguro que nos va a todos un poco mejor.
