Vivimos momentos bastante complejos y decisivos en la Unión Europea, que marcarán nuestro devenir en los próximos años. Buena parte de los problemas que hay que afrontar nos llegan del exterior, principalmente de esa guerra geopolítica y comercial que enfrenta a las grandes potencias competidoras, Estados Unidos y China, y cuyas repercusiones padecemos ya directa o indirectamente en carne propia los europeos.
Pero hay otra parte, quizás menos visible y también menos mediática, pero no menos (quizás incluso más) importante, que a la UE le cuesta afrontar y que ya los informes de Draghi y Letta pusieron sobre la mesa de debate hace más de un año: qué hacemos por nosotros mismos dentro de nuestra propia casa para mejorar la situación y empezar a ser (o a no dejar de ser) competitivos a nivel mundial.
La toma de decisiones en buena parte de los asuntos importantes de la Unión Europea, tal y como está configurada, exige unanimidad de todos los Estados miembros o, en su caso, mayorías cualificadas. Por eso, esa compleja toma de decisiones siempre ha sido demasiado lenta y ha llegado tantas veces demasiado tarde.
Dar un paso hacia adelante y hacia donde sea es mucho más difícil en la “casa europea”, que en Estados Unidos o en China, nuestros grandes competidores económicos en el panorama mundial. Y eso, sin duda, lo acabamos pagando con la pérdida de competitividad en los distintos mercados, incluido en el propio.
Uno de los principales problemas que tiene la UE, pero también cada Estado miembro en particular, es el de la sobrerregulación o exceso de normativas reguladoras de su actividad económica. La enorme carga burocrática en cada país (y no digamos en España, con las competencias legislativas estatal, autonómica y local) pesa cada vez más a las empresas y afectan de lleno a su competitividad (eficiencia, productividad…) en un mercado que, gracias a las nuevas tecnologías, es ya del todo planetario.
En una reciente encuesta sobre “El estado de la Industria”, realizada por FoodDrinkEurope , la patronal europeo de la industria de alimentación y bebidas, los líderes empresariales estimaban que Europa tiene un gran potencial, pero a la vez destacaban que la complejidad y el exceso de normativas frenaban para el progreso en este camino, reducían la confianza de los empresarios y debilitaban también el atractivo de Europa para la inversión.
Y no les faltaba razón al incidir en que unas normas más sencillas e inteligentes son esenciales, pensando sobre todo en las pequeñas y medianas empresas (pymes) para poder afrontar los retos presentes y futuros, reactivar la inversión, impulsar la innovación y garantizar que Europa continúe siendo líder mundial en seguridad alimentaria, en inocuidad de los alimentos y en sistemas alimentarios sostenibles.
Un ejemplo y un pequeño paso hacia adelante en esta perentoria necesidad de simplificación normativa parece abrirse con la reciente aprobación en el Parlamento Europeo (a la hora de escribir el artículo, en la Comisión de Asuntos Jurídicos, pero aún no en el Pleno) del informe de posición sobre los cambios en materia de sostenibilidad y diligencia debida de las empresas (el “Omnibus de la Sostenibilidad”).
Este documento, defendido por el eurodiputado sueco del PPE, Jörgen Warborn, y aprobado por una mayoría amplia de 17 votos a favor, 6 en contra y 2 abstenciones en la citada Comisión, pretende simplificar los procedimientos, evitar complejidades innecesarias, reducir la duplicidad y la confusión en la presentación de informes, ahorrar tiempo y garantizar la coherencia de los datos.
En suma, busca facilitar (un poco) la vida a las empresas, sin menoscabo de su seguridad jurídica, principalmente para las que operan a escala transfronteriza, evitando un mosaico de normas nacionales y reduciendo los costes administrativos. Costes que, como se sabe, o se asumen o se trasladan al producto final y, por tanto, sin aportar más valor, contribuyen a restar competitividad en los mercados.
Los requisitos de información de las empresas son vitales para la transparencia, la sostenibilidad y la rendición de cuentas, pero también deben ser eficientes, equilibrados y específicos. Son muchos los que piensan que la carga administrativa y regulatoria se ha vuelto excesiva, sobre todo para las pymes que, en nuestro sector agroalimentario, representan más del 90% del total.
Esta sobrerregulación, que se ha autoimpuesto la propia UE, tanto a nivel comunitario como de cada Estado miembro, es como ‘tirarse piedras sobre el propio tejado’. Nadie pretende lo contrario, un déficit regulatorio que pusiese en riesgo nuestro mercado único; pero sí algo mucho más equilibrado y que pueda también realmente exigirse a las empresas de países terceros que invierten o comercializan sus productos o servicios en la Unión Europea.
Una jornada muy importante
En medio de este marco, el Grupo Alimentario de Innovación y Sostenibilidad ha organizado el próximo 30 de octubre, el Consejo General del Colegio de Veterinarios de España, una jornada clave para analizar la situación actual en el sector agroalimentaria en referencia a la sobrerregulación que acontece al mismo.
La jornada comenzará a las 9:45 horas con la recepción de los asistentes. A continuación, a las 10:00 horas, se celebrará el acto de bienvenida e inauguración a cargo de Ricardo Migueláñez, coordinador del GIS.
A las 10:10 horas, Felipe Medina, Secretario general técnico de ASEDAS; Miguel Ángel Higuera, Director de ANPROGAPOR; y Víctor Yuste, Director general de Foro Interalimentario ofrecerán una mesa redonda titulada "Sobrerregulación en el sector alimentario: Retos y Consecuencias".
A partir de las 11:00 horas, tendrá lugar otra mesa redonda centrada en la búsqueda de una regulación en el sector más flexible y eficiente, buscando mejorar la que se tiene actualmente. En ella, intervendrán María Sánchez, Directora de Alimentación de LA DISTRIBUCIÓN ANGED; Carlos Palomar, Director General de AEPLA; e Ignacio Ruiz, Director General de ANSEMAT.
La jornada continuará a las 11:50 horas con una ronda de preguntas, dando espacio al diálogo entre ponentes y asistentes. Finalmente, a las 12:00 horas se procederá al cierre de la jornada.
Este encuentro representa una oportunidad única para debatir y compartir sobre cómo un exceso de normas, requisitos legales o burocracia afecta a la producción, distribución y comercialización de alimentos.
Para asistir al evento es necesario inscribirse a través de este enlace.