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Los municipios miran hacia el futuro

Ricardo Migueláñez. Coordinador del GIS

El verano te invita a reflexionar sobre muchas cosas, porque todos tenemos un poco más de tiempo y en esta ocasión voy a hacerlo sobre lo que ocurre a nivel mundial y cómo eso puede llegar a afectar a nuestros municipios. Me voy a referir en todo momento al ámbito agroalimentario, que es el que yo controlo, pero la mayoría del contenido de este artículo se puede extrapolar a otros ámbitos de la economía y otros sectores económicos, porque al final, todo está relacionado.

Vivimos momentos convulsos por la situación vivida en los dos últimos años y por los movimientos geopolíticos que se están produciendo últimamente. Todo ello ha generado escasez de materias primas, alza de precios y una crisis energética sin precedentes, pero también un cambio en la sociedad, en toda la población y su forma de ver la vida, que habría que tener en cuenta. A estos inconvenientes se le suma la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y todo ello mezclado, provoca un coctel de resultados imprevisibles.

La situación que vivimos es distinta a la que teníamos hace dos años, pero es que la forma de pensar de la población hoy en día es diferente a la que tenían en marzo de 2020. Sus valores han cambiado y aprecian más muchas otras cosas que antes no contemplaban o que si lo hacían no tenían la misma prioridad que ahora.

En el ámbito agroalimentario también pasa lo mismo. Vivimos momentos de transición hacia un nuevo modelo que en principio está orientado a las demandas de los consumidores, a lo que dicen que quieren y lo que tienen en cuenta a la hora de elegir un producto en detrimento de otro.

Los consumidores aprecian más aquellas marcas que producen sus alimentos de forma más responsable, que cuidan a sus empleados, que tratan adecuadamente a sus proveedores. También dicen en las encuestas que prefieren alimentos de proximidad, locales, ecológicos y similares, pero en definitiva lo que dicen es que quieren saber cómo se producen los productos y, si puede ser, quién lo hace, para saber qué valores tienen y si están en línea con los suyos.

Una forma de medir todo lo que estamos hablando, con relación a cómo se producen los alimentos puede ser el grado de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas de la Agenda 2030. Estos 17 compromisos representan en gran medida los valores de las empresas que elaboran alimentos, y pueden ayudar a medirlos, lo cual va a permitir a los consumidores conocer si la marca que habitualmente elige en el lineal está comprometida con la sociedad o no.

Y llega el momento de extrapolar esto a nuestros municipios. Los municipios que quieran tener un futuro a medio/largo plazo tendrán también que hacer una transición hacia lo que los vecinos actuales y potenciales puedan requerir. Es conveniente que definan un nuevo modelo, adaptado a unos valores diferentes, sobre todo para los jóvenes que son quienes tienen la capacidad de decidir si se quedan o se van.

La información que tiene hoy en día toda la población de cualquier municipio es la misma que tiene cualquier habitante de Madrid o de cualquier otra parte del planeta, me atrevería a decir. Si cualquiera de estas ciudades pone en marcha una iniciativa para que los jóvenes puedan formarse en tal o cual cosa, o desarrollan cualquier otro tema atractivo y novedoso para ellos, estoy seguro de que no tardarán en conocer la noticia y pensarán que quieren que eso mismo ocurra en sus pueblos. Y esto pasa cada día.

Por lo tanto y si volvemos a los 17 ODS de Naciones Unidas, los habitantes de estos municipios quieren tener salud y bienestar, educación de calidad, cada vez más, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminante, y así muchas cosas más hasta llegar a los 17. Por lo tanto, tendremos que interiorizarlo todos y desarrollar un proyecto de municipio que satisfaga las necesidades de los vecinos, que les permita quedarse aquí con todas las posibilidades y servicios que necesita, e incluso, que algunos que no vivan en ellos quieran venir a vivir a nuestros pueblos.

Lo vemos a nuestro alrededor, los municipios que no se mueven y tienen un propósito ni un objetivo claro, van cayendo en población y en vida, ya que por muy grandes que sean su población irá despareciendo. Hay que moverse y orientarse hacia las demandas de los actuales vecinos y sobre todo de los jóvenes, para que cuando comparen con otras alternativas de vida valoren lo que tienen y no se planteen irse.

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