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Exportar en tiempos turbulentos: el reto de ser más eficientes para seguir liderando

Ricardo Migueláñez. @rmiguelanez

El sector agroalimentario español ha vuelto a demostrar su fortaleza en 2024, con exportaciones que alcanzaron los 75.090 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 5,8% respecto a 2023. El superávit comercial agroalimentario también ha crecido, alcanzando los 19.232 millones de euros. Estos datos, publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en febrero de 2025, consolidan a España como uno de los grandes exportadores agroalimentarios de la Unión Europea.

Los productos más exportados siguen siendo el aceite de oliva, el vino, las frutas y hortalizas, y los productos cárnicos, con una fuerte demanda en mercados como Francia, Alemania, Italia, Portugal y Reino Unido. También destaca el dinamismo en destinos no europeos como Estados Unidos, China y mercados del Sudeste Asiático, según los datos más recientes de la Agencia Tributaria y los estudios de ICEX España Exportación e Inversiones.

A pesar de estas cifras, el contexto internacional ha cambiado sustancialmente. Las tensiones comerciales entre potencias, los conflictos prolongados en Ucrania y Oriente Medio, la inestabilidad en el Mar Rojo y el auge del proteccionismo están presionando las cadenas logísticas y encareciendo las exportaciones. A ello se suman nuevas exigencias regulatorias en sostenibilidad, seguridad alimentaria y etiquetado, que aunque necesarias, suponen un reto adicional para muchas empresas.

La eficiencia ya no es opcional

En este nuevo entorno, el sector debe asumir que la eficiencia operativa y comercial es la única vía sostenible de crecimiento. Ser más eficientes no significa solo reducir costes, sino mejorar márgenes, automatizar procesos, optimizar la cadena de valor, reduciendo el impacto medioambiental. Esa mejora estructural es la que nos permitirá reinvertir en innovación tecnológica y en modelos productivos sostenibles.

La digitalización, la agricultura de precisión, el ecodiseño de envases, o la descarbonización de procesos logísticos no son ya tendencias futuras, sino condiciones de acceso a mercados cada vez más exigentes. Apostar por la eficiencia y la sostenibilidad de forma paralela permitirá consolidar nuestra posición exportadora, incluso en entornos hostiles o cambiantes.

En definitiva, España ha cerrado 2024 con cifras récord en exportaciones agroalimentarias, pero los desafíos para 2025 y más allá exigen un cambio de mentalidad. Frente a la incertidumbre geopolítica y económica, debemos construir ventajas estructurales basadas en eficiencia, resiliencia y sostenibilidad. Solo así garantizaremos un modelo agroalimentario competitivo, rentable y alineado con los desafíos globales.

En este sentido, el GIS ha realizado una encuesta en la que han participado más de 100 operadores del sistema alimentario, con el objetivo de evaluar el grado de implementación de prácticas sostenibles en el sector en los últimos 10 años. Los resultados de esta encuesta subrayan un compromiso creciente con la sostenibilidad, pero también revelan que los obstáculos regulatorios, burocráticos y financieros siguen siendo los principales frenos para avanzar hacia un modelo más innovador y sostenible.

Entre los hallazgos más destacados, el 75 % de las empresas participantes ha implementado medidas para optimizar el uso de recursos como el agua y la energía, y un 55 % considera fundamental la reducción de las emisiones de CO₂. Sin embargo, la encuesta también señala que un 41 % de las empresas aún no dedica recursos específicos a la innovación sostenible. A pesar de ello, la mitad de las empresas ha incrementado su inversión en sostenibilidad en un 25 % desde 2015, lo que refleja una clara apuesta por la mejora continua, aunque aún es necesario un apoyo más estructural.

Un dato significativo es que los costes elevados de implementación (56%), la complejidad de las normativas (51%) y la falta de apoyo financiero (35%) son los obstáculos más señalados por las empresas, lo que confirma la necesidad urgente de soluciones regulatorias y financieras que ayuden a superar estos desafíos.

A pesar de estos obstáculos, las empresas del sector siguen participando activamente en iniciativas sostenibles y en programas europeos que apoyan la innovación y la sostenibilidad en la agroindustria. Estamos en el buen camino, pero un poco de ayuda o menos palos en las ruedas también vendría bien, porque facilitaría el incremento de los márgenes y eso a su vez las posibilidades de inversión, básico para poder avanzar.

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